¿Cuándo cambio de plano y por qué? La Regla del Seis.

Se dice que una película se hace tres veces: la primera cuando se escribe, la segunda cuando se rueda y la tercera cuando se monta. 


Walter Murch es editor de imagen y sonido desde 1969 y ha colaborado con grandes como Coppola, George Lucas, Anthony Minghella o Sam Mendes y ha recibido múltiples premios por ello. Se podría decir de él que es uno de los artistas que han contribuido a la evolución del cine americano.
Walter Murch edita de pie, como lo haría un cirujano o un cocinero.
En su libro En el momento del parpadeo  (In the Blink of an Eye) nos habla de qué criterios deberíamos seguir para decidir cuándo cortar un plano y pasar al siguiente:
La primer cuestión discutida en las clases de edición de las escuelas de cine, es lo que voy a llamar continuidad tridimensional: en el plano A, un hombre abre una puerta, camina hasta la mitad del cuarto, entonces la película corta al próximo plano, B, tomándolo desde ese mismo punto, a mitad de camino, continuando con él el resto de su camino a través del cuarto, donde el personaje se sienta en su escritorio, o algo así.
Durante mucho tiempo, y particularmente en los primeros años del cine sonoro, esta fue la regla. Uno debía esforzarse para conservar la continuidad del espacio tridimensional, y su violación era vista como un fracaso, ya sea por falta de rigor o de habilidad.  Que las personas saltaran alrededor del espacio simplemente, no era permitido, a excepción, quizás, de circunstancias de lucha extrema o de terremotos, donde había mucha acción violenta.
Coloco a esta continuidad tridimensional, al final de una lista de seis criterios, con la que intento definir, que es lo que hace de un corte, un buen corte. En el primer lugar de mi lista, está la Emoción, elemento al que se llega último, si se llega, en las escuelas de cine, porque es la cosa más difícil de definir y de tratar. ¿Cómo quiere que el público se sienta? Si los espectadores están sintiendo lo que usted quiere que sientan, todo el tiempo a través de la película, ha hecho tanto cuanto le es posible hacer. Lo que el público recuerda finalmente no es la edición, no es el trabajo de cámara, no son las actuaciones, incluso ni siquiera la historia, sino cómo ellos se sintieron.
Un corte ideal (para mí) es el que satisface los siguientes seis criterios: 
  • 1- Está en acuerdo con la emoción del momento.  
  • 2-  Hace avanzar la historia.
  • 3- Ocurre en un momento que es rítmicamente interesante y "correcto".
  • 4- Reconoce lo que se podría llamar "la línea de la mirada", es decir, lo concerniente con la situación y el desplazamiento del punto de interés de la mirada del espectador dentro del cuadro.
  • 5- Respeta "la geometría" -la gramática de las tres dimensiones transpuestas por la fotografía a dos (las cuestiones del eje de acción, etc.).  
  • 6- Respeta la continuidad tridimensional del espacio real (adonde las personas están dentro del cuarto y sus posiciones relativas entre sí).
La emoción 51%
La historia 23 %
El ritmo 10%
El punto de interés en el plano 7%
El eje de acción 5%
El espacio tridimensional 4%
La emoción, en el tope de la lista, es lo que se debe intentar conservar a toda costa. Si encuentra que tiene que sacrificar alguna de esas seis cosas para hacer un corte, sacrifique subiendo, ítem por ítem, desde abajo.
  
Walter Murch. En el Momento del Parpadeo, 1995.
Ahora bien. Considero personalmente que además, un plano debería contener la suficiente información (o la suficientemente poca) para que diera tiempo a leerla toda. De esa manera podemos encontrar planos largos que se nos hacen interminables porque ya no sabemos a dónde mirar:


O planos cuyo montaje trepidante se hace algo innecesario, marcando la atención sobre detalles que no tienen  interés: "¡Ha cogido una servilleta! ¡ Ha removido la sopa!!!" :


Un plano que dure mucho tiempo en pantalla debería tener mucho material de lectura, ya sea por lo que se cuenta o por lo que se ve:


Aunque también puedes mover la cámara y su contenido y así ver consecutivamente varios tipo de encuadre, como ocurre en los planos secuencia:
Otros ejemplos de planos secuencia se pueden encontrar en La Soga (The Rope), de Alfred Hitchcock, en la que sólo hay diez cortes, procurando además que no se noten entre sí, aprovechando un momento fugaz de oscuridad como cuando alguien pasa por delante de la cámara:



En cualquier caso todo funciona con tal de lo no aburrir a tu público:




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