Consejos para hacer storys - 5

Paso 6. Contarlo por planos. Primeros bocetos.


Ahora sí. Ya podemos empezar a contarlo, pero cuidado. Hay algo que tienes que tener en cuenta: Los planos consecutivos son fragmentos de una acción cuyos huecos son rellenados por la mente del espectador. Asegúrate que esos huecos no son demasiado grandes.

The Great Train Robbery, 1903.
Los escenarios recuerdan al teatro, tanto en el
tamaño de los actores como en el punto de vista.
¿El cine era como un teatro barato?
Desde comienzos del cine, debido a la influencia del teatro, establecíamos un punto de vista único, el del espectador en su butaca. Lo que veíamos parecía un escenario.


Después, gracias al montaje, ese punto de vista viajaba de forma veloz hasta acercarnos a los detalles que debían ser mostrados para después regresar en un abrir y cerrar de ojos. Puede parecer que en su momento se tomó como algo de difícil lectura. Y así fue. Varios cronistas de los principios del cine criticaban, por ejemplo, el tamaño de los primeros planos: cabezas descomunales que parecían devorar a la platea.
 
Pero pronto se admitió como algo usual porque recordaba a un sencillo utensilio al cual ya se estaba familiarizado: los binoculares. En una obra de teatro nos podíamos acercar rápidamente a las expresiones del actor con un sencillo subir y bajar de brazo.

Aunque si abusábamos de ese recurso podríamos perdernos parte de la acción que transcurría en otra parte del escenario. Entonces nos hacía falta una ayuda, alguien o algo que nos dijese: mira aquí, mira allí... A partir del montaje esto se soluciona… ¿o no? El cambio de plano no es algo que haya que tomarse a la ligera. De pronto lo que vemos cambia completamente. ¿Sabremos seguir el hilo de la historia?

¿Cuándo cambiar de plano?
Para empezar tiene que haber una justificación:

- Los planos siguen la historia. La acción continúa en otro plano. Al cambiar de plano, como nuestra mente busca una lógica, automáticamente rellenamos los huecos. Pero estos huecos no deben ser demasiado grandes, pero ojo, tampoco demasiado pequeños. Puede ocurrir que dos planos se parezcan demasiado y entonces sí que nos hacemos un lío. ¿Es otro punto de vista o no?  Al igual que seguimos algo que ocurre en la vida real moviendo la cabeza y mirando aquí y allá, así funciona el cambio de plano. Debería ser san sutil como un parpadeo. Pruébalo: mira estas letras y después mira tu mano. Funciona así: Letras-parpadeo-mano. Casi ni se nota. Es natural.

- Me aburro. Cuéntame más. Tu plano es precioso. Qué bosques, qué atardecer, qué pajaritos… qué coñazo. Lo que me estás diciendo ya hace tiempo que lo he asimilado. Necesito que me enseñes algo más. Sigue contándome la historia.

- No lo veo bien. Pues nos acercamos, nos alejamos o cambiamos de ángulo para que se vea mejor lo que consideramos digno de atención.

- Más cerca = más importante. Cuanto más cerca más tensión. Es como si alguien se acercase para susurrarte algo al oído. Escucha. Tengo algo que decirte. Sólo para ti. Acércate…

- Acción - reacción. Enseñemos una acción para después ver las consecuencias. Por ejemplo, un niño le da una patada a un balón. En el plano siguiente vemos el balón rompiendo una ventana. Esto puede funcionar también para acciones muy sencillas como sacar el brazo del plano o mirar hacia un lado. 

- Qué orden seguimos: ¿Reacción ante algo o algo hace reaccionar? El cambio de plano funciona como una frase. Según la pronuncies cambia el sentido. De esa manera si decimos Caperucita se sorprendió al ver al lobo, es diferente que si decimos El lobo apareció, lo que asustó a Caperucita. En líneas generales funciona mejor la primera frase, pero todo depende del momento y de los diferentes matices que le quieras dar a tu historia.

Para no desorientarnos demasiado: El eje. 
En el teatro no nos movemos de butaca todo el rato. No cambia nuestro ángulo de visión. Cuando entramos en cualquier sitio tomamos instintivamente unas referencias: eso está lejos, eso está a mi derecha, eso otro a mi izquierda. Lo hacemos sin darnos cuenta, pero lo hacemos.  Esas referencias nos incluyen a nosotros como elemento más. Si no lo tenemos en cuenta y nos ponemos a volar alrededor ¿qué ocurre?










¿Te aclaras? Igual si lo ves en movimiento:


¿Qué has visto aquí? ¿Hay una unidad? ¿Qué parece que está pasando?
Da la impresión de que Caperucita está repartiendo dinero a un grupo de lobos hambrientos. A veces los hay a su derecha y otras a su izquierda. Las referencias espaciales cambian y eso nos desorienta.  Ese es nuestro problema al cambiar de plano: pueden desorientarnos.
Nuestra mente busca una explicación y al no encontrar conexión entre planos crea su propia realidad: cree que se trata de momentos diferentes. ¿Cómo hacerlo mejor?

Si por ejemplo vamos a contar el encuentro entre dos personajes suele venir bien un plano amplio para ver dónde está situado cada uno.  En esta ocasión el lobo a la izquierda y Caperucita a la derecha, bien, tomamos nota.


Entre estos dos personajes se establece una línea invisible que llamaremos el eje.
Se trata de pensar ¿en qué lado del eje estoy? Una vez tengamos eso ya no deberíamos irnos al otro lado del eje. Eso se llama saltarse el eje y hay que evitarlo, salvo alguna excepción que más tarde comentaremos.
¿Qué plano tocaría después? Como queremos ver qué ocurre entre ellos, nos acercaremos un poco, tampoco mucho. Sólo para ver sus expresiones y cómo son ellos, cómo visten, etc. Es un poco como cuando te presentan a alguien. Le miras de arriba a abajo y te acercas, pero no demasiado.
Si al ver a uno de los dos no vemos la expresión al otro, deberíamos cambiar de ángulo, cuidando, eso sí, de no saltarse el eje. El personaje debería estar el mismo lado de la pantalla en ambos planos (Lobo izquierda, Caperucita derecha). Al mirar hacia Caperucita haremos un plano de igual valor y tamaño, pero en el sentido contrario; eso se llama contraplano. (Lobo sigue a la izquierda y Caperucita a la derecha).

Si queremos más información podemos acercarnos más.
Incluso verlo desde el eje mismo. Pero cuidado con este tipo de encuadres tan intensos. Quitan dinamismo y son poco naturales.

Es preferible dejar algo de margen delante del personaje: es como el diálogo que están lanzando o lo que en ese momento piensan. Piensa en los huecos como algo importante.
Una vez lo pongas en marcha funciona igual que un partido de tenis.
Ves la acción de uno y después la reacción del otro. Ping-Pong. Mucho mejor.